miércoles, 3 de marzo de 2021

Estratigrafía de lo imposible.

 Es una noche rara. 

No sé ni por dónde empezar. He perdido hábito de escribir, a pesar que cada vez me paso más horas delante de un portátil. Escribiendo en inglés sobre cables, antenas y tecnología. Supervisando las quejas de calidad de todo eso. Yo, que he estudiado Historia y no concebía estudiar el bachiller de tecnología. Me hubiera reído en mi cara hace 15 años. Payaso, deja de decir tonterías. Sí claro, y una pandemia vendrá también. Anda, anda. Tira.

Digamos que me he estado stalkeando entradas de un blog, lo confieso. De 2014 la más moderna. Mira mamá para lo que me ha servido estudiar historia, para hacer arqueología en redes sociales. Al menos me ha servido para algo más que contar movidas cuando visitamos ciudades o ponerme pesado queriendo visitar tal o cual sitio. Mención especial para cuando fui a Béziers y todo el mundo me preguntaba por qué quería ir a ver una iglesia anodina. Así soy yo, una persona que no suele pensar como los demás. Así me suele ir.

La gente grita en Twitter un gol, porque ya no se puede gritar en el campo. La gente grita en silencio, porque ya no se puede gritar (ni nada) en la calle a estas horas. Pandemia, quién me lo iba a decir a mí. Sólo lo había visto en libros, como algo lejano. Como si de repente el Papa decide que hay que invadir Jerusalén. No me sorprendería, visto el último año. Ya casi nada me sorprende. 

Leo sobre rupturas, mi amiga escribe jodidamente bien. Y lo sabe. Buena prosa, mejor poesía. Muchísimo mejor cuanto más corta. Sus palabras, en el dolor, son como dagas en una mañana fría. Angélica de Alquézar acuchillando a Íñigo Balboa con saña diciéndole "me alegro de no haberte matado... todavía". Directa, concisa, real. Está ahora pasando un mal momento y seguro que si le diera por escribir le saldría todo a borbotones, desbordando sentimientos entre los dedos. Como la sangre de Íñigo.

La pandemia, como el dolor que siente, pasará. Seguro que alguien stalkeará su Instagram dentro de 15 años cuando esa red social no se use y le preguntará que de dónde es ese atardecer. O quizás no, quizás caiga en el olvido como Tuenti y esas fotos, esos versos, atardeceres y sentimientos se queden ahí, perdidos cual niebla en una mañana fría.

Halt durch, my friend.

Zeitgeist

 Lo único permanente en esta vida es el cambio, decía Heráclito y un antiguo manager que tuve. Mientras que el primero buscaba que mirásemos el río y no viéramos siempre la misma agua, el otro buscaba que no nos quejásemos de los cambios que hacían que la empresa se fuese poco a poco a pique con tanto cambio.

El cambio en sí no es malo, el problema es cuando cambio viene de repente, sin pensarlo, dejándote la cara de Higuaín cuando le pitaron el fuera de juego en la final de Brasil. En esta vida hay más fueras de juego de Higuaín que goles de Uli Dávila y tienes que saber vivir con ello. 

Recuerdo ese 2014 como si fuera ayer, ese colofón de Uli con ese cambio brusco que al final no cambió nada para el equipo (si acaso a peor). Eso es la vida, un constante "que me quiten lo bailao" cuando las cosas van bien y un quejido lastimoso cuando Ramos mete en el 93. También lo recuerdo como si fuera ayer todos los atléticos de Múnich yéndose del bar para evitar las miradas socarronas de los compatriotas merengues allí citados. Yo mientras ellos se iban y me sentía cada vez más el Titanic yendo hacia el iceberg pensaba:"Bueno, es lo que hay", mientras tenía las manos en los bolsillos y miraba al infinito en el momento en el que Cristiano presumía de abdominales. "Halt durch, chaval, que no queda otra".

Esa mirada me ha perseguido y me la he reconocido en mí mismo muchas veces más. La de shock incrédulo cuando la vida te pega una hostia que no esperas. La que no sabes responder ni argumentar, la que te envuelve y te atrapa como un folio transparente de envolver maletas, paralizándote durante los segundos en los que te juegas todo.

Escribo esto mientras estoy en la piscina, tumbado. Rumiando mis derrotas y melancolías mientras estoy en un mullido césped a la vez que se van secando poco a poco las gotas del agua con el cloro de la piscina. Problemas del primer mundo y dramitas que hacen que relativices y pienses que qué cojones quieres. Tienes un trabajo, una familia, unos amigos. Has conocido mundo y tenido parejas. Las has hecho feliz y te han hecho feliz. Has tenido alegrías, te has hecho a ti mismo y si miras hacia atrás, has llegado mucho más lejos de lo que nunca pensaste. Pero te quejas. Satisfecho? Sí. Completo? Ni de coña.

Mi hermana cree en el horóscopo y esas cosas cuando hace diez años no creía en nada de eso. Cambios que tiene la gente. Cree que ser Virgo hace que seas de tal o cual manera. Que si eres Aries siempre pecarás de lo mismo, aunque intentes rebelarte contra tu destino como un Sísifo cualquiera. Me encantaría creer en eso y justificar el cambio porque los hados tienen un libro y juegan a los sims con nosotros mientras se beben una cerveza. 

Yo en cambio creo que la gente cambia, evoluciona y modifica lo que piensa, siendo un constante camino en el que hay que reír todo lo que puedas porque el estado normal no es ese. En la vida se sufre más que se disfruta y por más que soluciones un problema, habrá siempre tres esperando en cola para que los soluciones.

Aquí es cuando debería haber una conclusión o algo parecido, pero sinceramente, si has llegado hasta aquí leyendo, creo que eres lo suficientemente constante y lúcido para entender que es sólo una reflexión más de un tío que le da mil vueltas a la cabeza. Así que nada, como en los libros de aventuras, construye tu propia historia y saca tus propias conclusiones.