martes, 30 de octubre de 2012

Una deuda histórica

Tenía que hacerlo. No podía dormir. "Pagar mis deudas" a lo Lannister. Me picaban los dedos, dolidos porque de mis manos no tuvieran unas letras para tí. Pero, sobre todo, me picaba la conciencia. La conciencia (sabia ella, siempre) de no haberte dicho esta mediodía "gracias" en lugar de seguir vacilándote hasta hacerte enfadar. Lo siento mucho.

Este post, Isabel, va dirigido a tí. Porque te quiero. Mucho. Como cierta persona que cada noche te escribe en twitter para que lo leas y lo recuerdes por la mañana. Afortunada ella que te tiene... Eres la única mujer que siempre me va a querer, y posiblemente no haya hombre en el mundo que te vaya a querer más que yo, quitando a nuestros padres.

Sí, es así, cariño, aunque muchas veces, o casi nunca, te lo diga. Debería hacerlo más, pero sabes que me cuesta. Tengo esa coraza tan Barrado que tenemos todos los malditos de esta familia. Esa que no nos permite demostrar cuánto afecto tenemos dentro de ella. De ver que tras ese frío acero, se esconde el calor de la piel; de la sangre corriendo por las venas.

Tenía que hacerlo. Porque sí, porque eres mi espejo en el que mirarme. Eres una de las personas que más quiero en este mundo (sólo superada quizá por la devoción cuasi mariana que le tengo a mamá). Eres una de las personas que más sabe y más me ayuda. No hablo sólo de conocimientos, como esta mediodía, sino de mucho más. De saber sonreir, cómo afrontar la vida. De ser feliz con poco estudiando mucho, sacando unas notazas. Porque tienes un inglés perfecto que es mi envidia.

Eres un ejemplo. Mi ejemplo a seguir.

Pero no solo en esa manera formal te quiero, Isa. También te quiero en tu faceta distendida, por esas frikadas que compartimos que nos hacen reír inmediatamente. Por esas conversaciones con la boca llena sacándola y mostrándola a los presentes mientras nos decimos "dafgme ungm bezigrto". Por todos esos XD que nos ponemos a lo largo del día. Por esos golpes en el tabique para que me prestes atención (y viceversa).

Por esas veces que me dices "Tateeeeeeeeeeee, traeme aguaaaaaaa" por skype cuando estás a tres pasos de mí y eres tan perra de no levantarte a por ella (a pesar de que estás más cerca!).

Eres mi compañera, no sólo de casa, de familia, de habitación de al lado. Es tanto lo que nos une, que temía que nunca fuera capaz de expresarlo correctamente y de manera bella. Lo primero, al menos, con este escrito, lo he conseguido. (Le he pasado el corrector ortográfico ¬¬ para que así fuera, aunque seguro que Garriguet encontraría mil imperfecciones xD)

Por todo eso y, sobre todo, porque te voy a echar de menos muchísimo el día que no te vea cerca de mí como te veo ahora...

Te quiero, Isa.

martes, 2 de octubre de 2012

Droga

Hola. Soy Mario Barrado y estoy enganchado a la droga. Aunque no lo parezca, sí, yo; estoy enganchado.

Todo empezó exactamente hace un año y me ha llevado a perder 2 novias, estudios y no conseguir un trabajo. A vivir en una profunda y permanente tristeza, exceptuando los ratos que recuerdo esos momentos maravillosos que me han ocurrido durante este año.

Todo empezó, como ya he dicho, hace justo un año. Partía yo hacia un destino desconocido, con una pareja que en ese momento venía de lejos y que nos prometimos volver. Luego se verá que fue imposible por culpa de la droga. Esa maldita droga.

Comenzó poco a poco, como todo en este mundo supongo. Conociendo gente, conociendo nuevas situaciones; sin saber un poco qué hacer. Pero disfrutándolo a tope, siempre metido, desde el incio, en que iba a ser mi año, el año que cambiaría mi vida. Y a fe que sí, que lo ha sido. Fue continuando como las cosas que no tienen mucho sentido, como ese Informe Robinson de Millar en el que dice que el no quería, que realmente estaba allí y ya que estaba allí, había que triunfar. Y sí, triunfé.

Vaya que sí. Conocí gente nueva hasta Navidad, en muchos casos maravillosa, que me hizo darme cuenta que esta mierda estaba siendo maravillosa. Pasé frío, empecé a perder algo de dinero, pero no me daba cuenta. Gastaba respaldado por una generosa cantidad estatal. Empezaron las primeras fiestas, pero mientras, iba perfilando mi fin de los estudios, amparado todavía en la cordura que me quedaba, todavía no había entrado de lleno en esta droga.

Llegaron las Navidades, y causado por esta maravillosa adicción, perdí a la primera mujer. Me dijo que había cambiado, que no era el mismo. No lo quise ver, pero era asquerosamente cierto. Era otro y ella era parte del pasado. Pasé fin de año deseando que ese estado de ánimo mientras "estaba allí" fuera permanente. Cosa lógica, creo.

Conocí a mi segunda mujer en poco tiempo. Era perfecta. Aún sigo pensándolo. Guapa, rubia, simpatiquísima, conocedora ya de mi situación. La aceptó, aceptó el reto. Lo cual le da aún más valor. Empezamos, yo hice muchos sacrificios, ella todavía más, a juzgar a posteriori. Pero... entre nosotros se interponía ella. Disfrutaba. Era feliz con esa sensación.



Así llegó la primavera. Ya con mis estudios finalizados, sin futuro. Me eché en brazos de esta situación completamente. Salí, viajé, me encontré con mis amigos que compartían esa misma sensación. Que estaban en mi mundo, en mi fantástica situación de vivir por encima del bien y del mal. De ser privilegiados. Lo creíamos. Lo éramos. La droga nos comía, nos daba la vida. Risas infinitas, juergas escandalosas. Conociendo gente maravillosa que jamás olvidaré. Situaciones increíbles...



Y de repente, plaf. Caí, volví al mundo real. Dejé esa droga. Se acabó el dinero, los viajes, las juergas, los amigos, el mundo. La libertad de levantarte a las 3. La libertad de hacerte la comida cuando te sale de los huevos, porque todavía tienes que disfrutar aún más. La libertad de coger el metro, dar un toque y llegar a seguir probando algo nuevo. Qué tipo de experiencia me daría la droga hoy? Eso pensaba.

Pues bien, la realidad me devolvió un caracter agrio, depresivo. Melancólico. Esta situación de echar de menos esa droga me ha hecho que se lleve por delante a mi segunda mujer. La pobre, harta, acabó huyendo porque no encontraba esa sonrisa que tenía entonces. Comprensible y adulta. Torera. Lo acepté, porque yo fuí el que le dije que no era el mismo desde que había salido. Desde que todo acabó.



Sin embargo, sin la droga la realidad duele. Sin trabajo, sin poder estudiar, en un país que no favorece esas situaciones. Y constándome mucho desengancharme, viviendo del recuerdo. Pero bueno, hay que seguir limpio, cual ciclista que vuelve a la carrera a intentar ganar algo durante su vida. A intentar ser feliz habiendo probado las mieles del cielo.



Este es mi relato, un año después de comenzar a probarla. Droga dura esa Erasmus. Durísima.

(Va para todos aquellos que tienen este sentimiento de echar de menos el estar juntos, el quedar en MuseumsQuartier. El Prater. Los partidos de fútbol por la mañana en la jaula. El coger el cercanías. Un abrazo y un beso ;) )