domingo, 12 de junio de 2016

12/06/2016

Escribo esto mientras me bebo una cerveza.

No puede ser. Es decir, puede ser, porque en el fútbol todo es posible. Pero no puede ser tan cruel.

Llevo un fin de semana perfecto, he celebrado que hemos sido campeones de liga el A y el B de mi club. Llevo dos días de fiesta ininterrumpidos. Risas, amistad, alcohol.

Y vuelves. Porque el Córdoba siempre vuelve. Siempre está ahí. Lo amas, a pesar de venir del maravilloso jaleo que hemos liado desde que salí de trabajar ayer.

Pero no. Duele. Demasiado. No puedo ahora mismo ni felicitar ni honrar a los culpables de que hayamos llegado hasta aquí. No puedo. No me sale.

Porque lo que me sale es una decepción supina. No voy a ser arrogante y decir que esperaba ascender, no. Porque somos el Córdoba, ascender es (casi) una utopía. Pero esperaba que hoy, con el resultado a favor traído de casa y el 0-1, pasásemos. Decir otra cosa sería faltar a la verdad y engañarme a mí mismo. Y ya somos mayores para hacernos trampas al solitario, joder.

Se puede despotricar contra muchas cosas, reflexiono mientras le doy un trago a la cerveza. Muchas. Pero al final lo que queda es que nos hemos quedado en el camino. Y duele. Mucho. Y esto hace que escriba para desahogarme en vez de quemar la casa o ponerme a romper puertas a puñetazos. Qué se le va a hacer. Cada uno tiene su método. A pesar de que mientras se te enfríe la comida.

Me paro. Intento pensar. Pero lo único que me sale es "mierda, me cago en todo" en el cerebro. Es gibt so nicht. No puede ser. Joder. No quiero leer twitter, no quiero ver facebook. Todo ha sido tan maravilloso este fin de semana....

Volveremos. Seguro. Por qué? Porque sí. Porque es el mío y como mío hay que quererlo, defenderlo y honrarlo hasta la muerte. Porque la fe mueve montañas y personas desde Viena hasta Córdoba para ver el playoff reservando esa semana de vacaciones en Enero.

Me duele todo, física e intelectualmente. Hasta lo que he escrito, sin repasar nada. Así que sigamos, cerremos esto y digamos alto y claro...

FORZA CÓRDOBA!

sábado, 21 de mayo de 2016

Paralelismos

Creo que todas las entradas de este blog las he escrito "contento". O con mucho sueño obligándome a levantarme de la cama para teclear.

Y hoy no iba a ser menos. Viendo el Córdoba me he calzado un par de cervezas y la parte responsable de escribir ha salido arriesgando a que se me olvide la lavadora que tengo que tender. Vaya por Dios, qué casualidad (y qué desgracia sería que se me olvidase tender la ropa dos veces en dos días). Como las veces anteriores. Paralelismos.

Porque de eso trata esta entrada. De paralelismos. De establecer patrones entre ciertas situaciones de la vida (de mi vida) para las cuales no tengo explicación más allá de la fe y la esperanza.

Porque (reitero el uso intencionado del adverbio) eso es lo que produce el Córdoba en mí. Es como volver con tu ex, aun a sabiendas de que hay escasísimas posibilidades de que todo vuelva a ser como antes, a ser feliz. Pero aun así, lo intentas, porque es una sensación que no puedes controlar, es un riesgo, un subidón de adrenalina que te mantiene vivo, sabiendo que después vendrá un bajón enorme. El de la realidad, el de las peleas, las discusiones, las decepciones. El pensar "¿Dónde quedó ese momento en el que confié y puse todas mis esperanzas a ciegas?".

Huelga decir que poner las esperanzas a ciegas rara vez funciona. A mí, hasta el momento, en el aspecto sentimental, no me ha funcionado.

Por eso me gusta el derrotero que está tomando el Córdoba tras la victoria de hoy. Me sirve para establecer un paralelismo entre el año del ascenso y éste.

El año del ascenso cambié de trabajo el 30 de junio. Éste también lo haré. El año del ascenso cambié  mi lugar de residencia por motivos de trabajo. Cambié de pareja, empecé una vida nueva. Éste, como la esperanza de que mi equipo se meta en playoff, está por ver. Lo más probable es que ninguno de los dos salga, pero mientras vivo con la ilusión, "la voglia (que se diría en italiano)", las ganas, el deseo de que sea así.

Por motivos cabalísticos e irraciones que no sea. Porque ser del Córdoba no es ser racional ni ser demasiado normal. Por fe que no quede.

Cómo lo vamos a ser, si ascendimos cuando todo parecía perdido en el 93.

viernes, 5 de febrero de 2016

"M"

Soy un tipo inconstante. Nadie me puede negar eso, sólo hay que echarle un vistazo al blog. Llevo tiempo dándole vueltas a escribir una entrada, pero entre unas cosas y otras, nunca me decido a ponerme. A veces por cansancio, porque cuando se me ocurren las ideas ya estoy en la cama, dándole vueltas a mi vida. A veces simplemente porque pienso que lo que estoy redactando es una mierda  y; aún peor, que todo lo que tengo que contar en realidad no le importa a nadie. En verdad, no espero que nadie lea esto (de hecho, espero que lo lea ella).

Pero hoy sí, más que nada porque una sucesión de factores han producido que tenga que expresarme de algún modo.

Hoy han pasado bastantes cosas en mi vida, pero principalmente dos, variarán mi futuro a corto/medio plazo.

La menos importante de las dos, es que uno de mis mejores amigos en Viena se va. Y me alegro mucho por él. Sé que ha pasado malos momentos, ha estado tieso de dinero, ha sufrido la incertidumbre de estar sin trabajo, lo han puteado en su curro por no saber alemán, ha tenido que soportar bromas de todo tipo (algunas hirientes incluso realizadas por el que escribe). Y, a pesar de todo eso, ha cumplido su sueño. Se va porque le han dado un doctorado. Olé sus cojones, lo ha perseguido durante mucho tiempo y lo ha logrado. Felicidades. De corazón.

Y la segunda es que me han dejado. Por whatsapp. Pero... ¿Cómo si no, si estás a 3000 km. de distancia? Comprensible. Los argumentos han ido en esa línea, por supuesto. No tiene sentido jugar a ser algo cuando nunca llegaremos a ser algo por estar tan lejos. A pesar de todo. A pesar de tanto. A pesar de que nos gustaría que no pasase. Se ha cansado. También lo comprendo. ¿Tiene sentido esperar a algo que sabes que no pasará? Lo sorprendente es que esta persona y yo llevamos en un "sí y no" 10 años. Que se dice pronto. 10 putos años, que, ahora que parecía que nos poníamos medio en serio, se acaban.

Lo que ella no sabe es que incluso me estaba moviendo buscando cosas en España. Bueno, pues ya lo sabes, M. Yo sí lo hubiera dejado todo. Porque, en realidad, como mi amigo, me amarga este puto clima, esta atmósfera deprimente en invierno, esta rectitud y este idioma que encajona y hacer perder la chispa y la genialidad.

Porque esa es otra. Últimamente me siento lento, tonto, estúpido. Me falta el vocabulario, siento que mis reacciones, mis contestaciones, son tremendamente banales. Vacuas, vacías de toda profundidad o poso intelectual. Podría sospechar que son los fines de semana que pasan factura (no niego esa teoría) pero me inclino a pensar que lo causa el tener cuatro idiomas en la cabeza, el tener siempre que hablar con frases cortas, sencillas, comprensibles para hacerte entender y no parecer gilipollas. No hay nada más que mirar el blog. En las otras entradas brillan las palabras, por su calidad, precisión y belleza en el lenguaje. En este caso, todo directo, sencillo, comprensible. Nada elaborado. Como mi caracter en los últimos tiempos.

Eso es adaptarte a un sitio, ¿no? Hablar su lengua, conocer su cultura, entender cómo viven, empatizar y que te tomen por uno de la tribu. He dado muchos pasos en ese ámbito (el último, firmar por un equipo local de fútbol) y tengo un sabor agridulce. He ganado muchas cosas, pero he perdido otras tantas que nunca volverán (como tú, M, sospecho). Pero si la vida algo me ha enseñado es a salir adelante, a levantarte al día siguiente y "pegarle para adelante, que cuanto más lejos esté el balón de la portería menos peligro hay". Y corre. Siempre mirando hacia delante.

Sin mucho más que decir, voy a cortar ya, antes de que me arrepienta de escribir esta parrafada estilísticamente lamentable.