miércoles, 11 de enero de 2012

Maneras de morir

"No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente"

Podría escribir de muchas cosas. De mi cansancio de hoy. Hacer una crónica. Repetir lo que se ha dicho, pero hay palabras que se me agolpan, lúcidas unas, borrosas otras. Porque todo ha ocurrido tan rápido...

Parecía que no podía ser, ya que tan rápido estabamos viendo cómo nos podíamos clasificar a ver cómo nos hundíamos como el Titanic. Intentando buscarnos el tiro asesino, viendo todo el mundo la sangre pero no sabiendo de donde viene. Desangrándonos. Hasta que nos hemos dado cuenta de que el disparo nos lo habíamos dado en el estómago, pero nosotros mismos. En esas andábamos cuando muchos pensaban que no era ni el momento ni el lugar para seguir luchando. Apagando la tele. Renegando.

Pero como esos irreductibles galos del cómic, resistieron ahora y siempre al invasor. Apretaron los dientes, se sacudieron el polvo y el dominio hasta darle la vuelta al signo de la batalla. Se puede hablar de muchos héroes, pero individualizar sería injusto. Desde el más veterano general que comandaba la estrategia hasta el imberbe joven que dio el segundo gol, merecían el orgullo, respeto y admiración de su legión de seguidores.

De repente, esas hordas que parecían invencibles se miraban unas a otras, intentando explicarse el ciclón que le había pasado por encima... había sido todo tan rápido... Tan inesperado... todo parecía sacado del guión de una película perfecta. De otro tebeo de Uderzo. Con banquete y el bardo (curioso, sus pantalones son blanquiazules) atado al árbol.

Sin embargo, nos despertaron. Y de qué forma. Dolorosa, como una puñalada silenciosa.  Como cuando vas borracho y de repente se te pasa al darte una mala noticia.

A pesar de lo cual, ese cruel fin que no parecía escrito para este cuento, queda la sensación, el sentimiento. El orgullo.

Decepción? Pues sí, queríamos más. Estaba al alcance de la mano, rozándolo con la puntita de los dedos. Queríamos más alegría. Más estadios llenos en copa, cantando el himno a capella. Más de esas imágenes que, al contrario que las gomas, no se nos borrarán por mucho que las usemos, sino que serán como una placa con cuyo contacto no hará sino sacar más brillo al pasado.

Pero esa frustración en ningún caso puede ser disgusto, pues observado en frío hay que mirar el camino recorrido en esta senda. Senda discurrida muchas veces sin pena ni gloria, sin darle apenas importancia, por parte tanto de técnico como de jugadores con las manos largas (entre otras habilidades) para coger el dinero y correr.

Por ello, no puedo sino alabar este equipo. Sentirme orgulloso, sacar pecho. Levantar la cabeza. Porque ellos nos han devuelto el significado de dignidad y compromiso.

Por ellos, alzo mi copa y brindo. Porque sus éxitos son mi felicidad. Felicidades por morir de pie, con las botas puestas.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchísimas gracias. La verdad que cuando las cosas salen de dentro y son compartidas, todo el mundo lo entiende y se emociona. Muchas gracias, todo un honor tu elogio.

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